Dónde está Dios, según 30 poetas contemporáneos (síntesis)

         Quien busca a Dios con ahínco ama, y quien ama posee; y siente la voz amante de Dios en el misterio de las noches bellas y goza de la armonía de su semblante en el suave temblor de las estrellas. La oscuridad invita al miedo, pero, aunque es de noche, el amante acaba recostando su cabeza en el pecho del amado. Durante el día su resplandor se desvanece, pero desde el crepúsculo aparece en el aire vivo y puro, como desangrándose y esparciendo su sangre por el cielo y por el mar. Fuego y aire celeste bajan al agua marina y lamen las tierras vecinas.

Dios no está solo en los templos, como un corzo corre por fontanas, bosques, lagos, hasta penetrar en las almas. Inmenso resplandor para la vista, pura música para el oído, penetra en nuestra alma en silencio y allí nos acompaña, nos enseña a vivir y a amar y subimos a la cumbre de la montaña. La niebla vela a Dios, mas no lo oculta, pues desciende sobre nosotros como el rocío, que al caer sobre el alma hace nacer las palabras, que nunca mueren. Palabras poéticas, versos inspirados.

A gusto se siente Dios en el alma y el alma se goza en su presencia. Dios, ciego de ebriedad, recorre todo el cuerpo despertando amor, intercambiando silencios. Se extiende también por el hogar, desbordándose como el espumoso mar en nuestras manos. Dios ama lo pequeño, y hasta del estropajo hace hamaca y almohada, pues anda entre los pucheros e incluso en el agua honda de las vasijas.

Dios reside en los hombres, se vierte en sus criaturas: es padre que está en la tierra, en el cigarro, en el beso, en la espiga, en el pecho, en el abrazo que damos al amado que nos ama, en la ciudad, entre la prisa, entre el ruido, en las altas torres firmes de orgullo y vidrio, en las luces infinitas, increíbles como los astros. Y se sube al tranvía a hablar con los despiertos. Y nos llama desde la catedral. Ven, dice, a nosotros, almas que tiemblan de soledad.

Él, que curó, echó demonios, murió y se levantó. Él que anduvo desnudo buscando abrigo. Y que fue abandonado, despreciado, burlado, rodeado, apuntado y cercado. Compartió nuestro infierno, embriagado de amor ardoroso. Finalmente se muestra con cuerpo blanco y redondo, palpitante y desnudo.

 


     1. La respuesta está en la pregunta

Amado Nervo

 2. En el misterio de la noche

Juan de Contreras y López de Ayala

 3. En lo oscuro

Jesús Cotta

 4. En la brisa

Carlos Bousoño

 5. en las fontanas y en los bosques, en las disueltas sangres de los lagos, en los puros espacios de las almas.

Concha Zardoya

 6. Detrás de las montañas

Elisabetta Bagli

 7. En la puesta de sol

Langston Hughes

 8. En el mar

Juan Ramón Jiménez

 9. Detrás, entre la niebla

Pura Vázquez

 10.           En la palabra

Alfonso Albalá

 11.           En la inspiración poética

Izara Batres

 12.           Dentro de mí

Álvaro de las Casas

 13.           En mi sangre, en mis entrañas

Vicente Gaos

 14.           En mi alma

Ernestina de Champourcin

 15.           En mi casa

Carlos Murciano

 16.           En la cocina

Carlos de la Rica

 17.           En el agua honda de las vasijas

Miguel Fernández

 18.           En los hombres

José Gerardo Manrique de Lara

 19.           En el amor

Jacinto López Gorgé

 20.           En el beso

Gloria Fuertes

 21.           En el abrazo

Beatriz Villacañas

     22.           En Madrid

Luis López Anglada

 23.           En el tranvía

María Elvira Lacaci

 24.           En la catedral

Luis Cernuda

 25.           En Jesús

Lorenzo Gomis

 26.           En la desnudez del Niño Jesús

Antonio Barnés

 27.           En los sufrientes

Ernesto Cardenal

 28.           En mi infierno

José Luis Appleyard

 29.           En el pan

Gerardo Diego

 30.           En el sacramento

Federico García Lorca

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