Por estas viejas aguas navegaré en mi barca hasta llegar a Dios.



Regad la sombra

«¡Padre, Padre!
¿Por qué me has abandonado?»
¡Silencio!
El Padre nunca duerme.
Las tumbas son surcos
y abril, el gran mago,
me ha de decir otra vez: Abre la puerta y vete.
Abril es este llanto,
el agua que levanta los muertos y la espiga.

Dejad que llore el hombre
y se esconda en la muerte.
No maldigáis las lluvias y la noche...
¡Regad la sombra!
(¿O he de volver mañana
a contar otra vez
los escalones de los sótanos?)

Tres segundos en la angustia son tres días,
tres días en la historia son tres siglos
y tres siglos, un compás de danza solamente.

Al tercer día se romperá la cáscara del huevo,
abrirá su ventana la semilla
y se caerán las piedras de las tumbas.

Me robasteis el trigo y los panes del horno,
pero aún tengo las lluvias y mi carne.
¿Quién puso centinelas en los surcos?
Cristo es la vida
y la vida, la cruz.

El sudario de un dios
fue el pañal de los hombres.
Me envolvisteis en llanto cuando vine,
he seguido vistiéndome con llanto
y el llanto es ahora mi uniforme...
Mi uniforme y el tuyo
y el de todos los hombres de la tribu.
Vamos sobre sus mismas lágrimas.
Por estas viejas aguas
navegaré en mi barca hasta llegar a Dios.
¡Terrible y negro es el camino!
(¡Y hay quien merca
con la tormenta,
con la sombra
y el miedo!)

León Felipe

¿Dónde está Dios? ¿Está Dios en el cáliz o  en el tubo de ensayo?
¿Dónde está Dios? ¿Está en el vino puro y en las harinas pálidas del ario,
o está aquí, en las fronteras pendulares
del mestizo,
del poeta,
del agónico, del borracho,
del loco
y del sonámbulo?
¿Aquí, aquí en el cubo del pozo, que tan pronto está arriba como abajo:
aquí, aquí, en el poema, a caballo
en la rendija entreabierta de mis párpados?...
¿Aquí... en el reino crepuscular de los lagartos?


Comentarios