Centenario de Diario de un poeta recién casado




Es razonable que, en esta primera entrada en el blog, me haya decantado por hacer una aproximación de la obra juanramoniana Diario de un poeta recién casado, en el primer centenario de su publicación, (1917- 2017).
Estamos ante una obra maestra de un maestro que consagró definitivamente al nobel de Moguer. En Diario se marca una forma nueva de hacer literatura, de tal forma, que seguir escribiendo como antes quedaría obsoleto. Supo mezclar la prosa y el verso con gran maestría, incorpora el verso libre, y plantea una itinerancia física y espiritual a lo largo del océano Atlántico, desde Cádiz a Nueva York en donde tiene una cita con Zenobia para casarse.
Se incorpora a la vuelta a España, y supo introducir a los lectores en el oleaje de sus CCXLIII poemas en verso y en prosa, en los que hace una invitación a vivir la experiencia de la travesía y los descubrimientos personales que el viaje supuso.
Es una obra poliédrica, con muchos ángulos de visión, que solo desde la lectura integra del poemario se van desvelando. El poeta, junto al descubrimiento de las mil caras del mar, se fue descubriendo a sí mismo: es uno antes del viaje y otro después; lo que dio lugar a un nuevo Juan Ramón, en lo personal y en lo poético.
A decir del poeta: “Es mi mejor libro. Me lo trajeron unidos el amor, la alta mar, el alto cielo, el verso libre, las Américas distintas, y mi largo recorrido anterior. Es un punto de partida…". Es de las primeras obras que plasma la imagen de Nueva York, obra clave también en el arte del retrato, en el desarrollo de la mirada humana, y la escritura de una ciudad. Nos acerca al paisaje y a las personas como nunca se había logrado, por lo que inaugura una nueva modernidad.
El viaje supuso para él un transitar desde Moguer a los rascacielos de Manhattan, lo que fue una experiencia sin precedentes. Pero su hondón, su vida íntima, la búsqueda constante de la naturaleza, no cambio en nada. En Diario le cupo todo: Andalucía, el mar como compañero intimo interlocutor constante, el nuevo paisaje y Moguer siempre en su recuerdo, a donde vuelve renovado por la experiencia.
Y para terminar señalamos lo que el mismo dice en el prólogo de Diario.” …En este álbum de poeta copié, en leves notas, unas veces con color solo, otras solo con pensamiento, otras con luz sola, siempre frenético de emoción…”.
Esta obra marcó un hito en las letras hispanas y sigue siendo paradigmática en el arte de escribir con excelencia.

Rosario Paniagua Fernández.


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