Estamos en una situación sin salida, consecuencia necesaria de la unilateralidad de un mundo constituido sobre el puro cientificismo

 [...] estoy convencido de que estamos en una situación sin salida, consecuencia necesaria de la unilateralidad de un mundo constituido sobre el puro cientificismo. Nosotros podemos discutir del modo más apropiado sobre los problemas de las ciencias de la naturaleza, pero no es posible que nosotros con su concepto de la verdad, o de lo científico, podamos resolver nuestros problemas más auténticos, como el sentido de la vida, de la historia, de la muerte, no funciona» Y esto tiene consecuencias. No podemos ocultar a nuestra consideración que estos problemas no pueden tratarse de pasada. No podemos decir que no nos interesan.

Por eso, a mi juicio, el concepto de trascendencia es un buen concepto para huir de la unilateralidad de un saber científico que tiende sólo a la objetividad y a la verificabilidad de los enunciados. No podemos decir nada sobre cosas tan relevantes como el misterio del nacimiento, de la vida y de la muerte. Quizás el nacimiento no será ya un misterio sino algo programado por la ingeniería genética en una mesa de laboratorio, pero con esto habremos también alcanzado la fase final. Se trata de algo que nos humilla a nosotros como hombres, aunque hay hombres que no quieren ya engendrar. En realidad la maternidad y el nacimiento pertenecen a la naturaleza femenina, por eso dudo que puedan aceptarse de este modo.

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las cuestiones formales, no pueden jamás lograr comprender problemas como el nacimiento, la muerte, la vida.

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Yo tuve en mucha estima a Popper cuando era joven, se trata ciertamente de un buen lógico y de un agudo crítico de la demostración científica, pero su continua y repetida negación de toda trascendencia, la negación de todo sentido de la historia, me parecen inaceptables.

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 el ignoramus es el fundamento de la trascendencia.

¿El ignoramus, "ignoramos", es entonces la finitud?

Sí, es la finitud, y yo pienso que debemos por eso concluir que el idealismo es erróneo, igual que es erróneo el estalinismo, o el leninismo que parece ser más aceptable, o todas las ideologías semejantes. Todo esto no ha funcionado. Nosotros debemos admitir que la humanidad siente en todas partes que busca otra cosa, en las más diversas religiones, en las más diversas respuestas al mismo problema. 

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El psicoanalista está en su verdadero sitio cuando recibe en su consulta al paciente que tiene necesidad de su ayuda. En cambio si saliese de la consulta y pretendiera abordar a sus compañeros de relaciones sociales con el mismo habitas, o técnica de psicoanalista, esto es, haciéndolos objeto de sus análisis, o examinando y considerando su comportamiento a la luz de los motivos inconscientes que no pueden ver, y que determinarían sus decisiones, o de las relaciones de poder que estarían en la base de tales motivos, el psicoanalista no sería aceptado como un auténtico compañero de relación social, en esta relación entre hombres libres sería sencillamente un intruso que se trataría de evitar. También él se asemejaría igualmente al ingeniero social del que antes hablábamos, que produce modelos de comportamiento sin producir libertad,




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