un humanismo sin fundamento teológico es demasiado frágil para satisfacer las necesidades humanas

P. Nosotros, que vivimos en la «era del Epílogo», sobre las ruinas de Auschwitz y del Gulag, ¿debemos «reaprender a ser humanos» V ¿Es preciso inventar un nuevo humanismo?
G. S. El siglo que acaba de terminar ha mostrado suficientemente que el modelo clásico de un humanismo capaz de hacer frente a la barbarie, a lo inhumano, gracias a una cierta cultura, una cierta educación, una cierta retórica, era ilusorio. Mire a su alrededor... Hace poco Grozni estaba en llamas, las siguientes matanzas se anuncian en África o en Indonesia. ¡La verdad es que nada ha cambiado! En el curso de mis diversas investigaciones, he llegado a la intuición de que un humanismo sin fundamento teológico es demasiado frágil para satisfacer las necesidades humanas, para satisfacer a la razón misma... No estando ya a nuestro alcance la manera en que la teología daba tranquilidad en cierto nivel de pensamiento y de sofisticación, ¿qué vamos a hacer? Construimos sobre el vacío. No hay duda de que hay en el ateísmo consecuente y riguroso - que es muy infrecuente- la
posibilidad de una gran moral estoica; se puede muy bien concebir que vivamos en un mundo vacío de toda presencia sobrenatural, vacío de toda esperanza trascendente, y que no haya ni siquiera un código de conducta personal, un cierto respeto a los demás, a la persona humana, que me impulse a actuar según los preceptos socráticos: tratar al otro como yo querría que él me tratara a mí, etcétera. Sin embargo -como ha mostrado el pensamiento, muy en boga, de Emmanuel Levinas-, esto sigue siendo muy difícil: ponerse frente al otro en un esquema de valores inmanentes presupone una especie de apuesta sobre la presencia de Dios. Si esta apuesta se pierde -y para muchos así es-, entonces para qué hacer el esfuerzo enorme de una justicia hacia el otro. ¿Cuál será la recompensa del altruismo social o político?
Por qué no ser un canalla -éste era ya el argumento de Trasímaco en la República de Platón-, ya que es altamente rentable, ya que quien se eleve hasta la suprema injusticia gozará la suprema felicidad... Tantos argumentos famosos... ¡Si no existe la posibilidad de un juicio más que humano, más allá de lo humano, entonces para qué! Las grandes ciencias ¿podrán engendrar una moral? Tocamos aquí una cuestión muy nueva, y a mi juicio muy interesante. El respeto total a la verdad científica, el rechazo de toda trampa, ¿puede constituir la fuente, o el embrión, de una muy grande moral? Es concebible, pero esta ética de la verdad, de un respeto inmenso al infinito de lo natural, ¿tendrá consecuencias humanas? No lo sé... Son tal vez las próximas grandes cuestiones filosóficas. A menos que la
ciencia sea no in-humana sino a-humana, que esté más allá del bien y del mal, desplegándose en otro mundo de valores extremadamente abstractos, donde el papel desempeñado por el hombre apenas será visible...
George Steiner. Los logócratas.



Comentarios