Dios reside en los detalles, la inmensidad de Dios está en los detalles

Pienso en ello en una configuración que incluiría a los historiadores de los Anuales como Marc Bloch, la escuela de historia del arte y de iconología asociada a los nombres de Warburg y Panofsky, y el ya mencionado concepto de «bricolaje»,  forjado por Lévy-Strauss. Walter Benjamin supo mejor que nadie hacer hablar a lo que William Blake, con una expresión maravillosa, había llamado «la santidad del detalle ínfimo». Su visión antisistemática de los objetos específicos, de los artefactos, de los tropos gramaticales, de los lugares urbanos engendra un materialismo que es dialéctico, aunque de manera sólo muy parcial en un sentido marxista clásico. Textura y textualidad, la «cosidad de las cosas», la Dinglichkeit - que, por supuesto, se remonta a Kant-, incluso de la concatenación y de la reticulación abstracta en Benjamin, hasta el punto de engendrar una universalidad particular muy rara, no lo puedo decir de manera más inteligible; tomando un «detalle ínfimo», expone tesis abstractas y generales o «denominaciones», una vez más lo que Shakespeare llamaba un «hábitat local y un nombre». Al igual que Aby Warburg, sabe que Dios reside en los detalles, pero también que la inmensidad de Dios está en los detalles. Este hiperrealismo visionario -me atrevo a llamarlo así- es sin duda fructífero en la historia social y en la sociología del arte actuales.



Comentarios