El 15 de marzo de 2019 presentó Luis
Ramoneda su colección de relatos Otoño en La Herrería. Fue en la librería Troa
de la calle Serrano de Madrid. Le acompañaron el crítico literario Adolfo
Torrecilla, la escritora Izara Batres y el profesor Antonio Barnés.
Aunque ha pasado un año, el libro carece de
tiempo, puede leerse en cualquier momento. Trascribo a continuación lo que
Antonio Barnés dijo en su intervención.
Luis Ramoneda ha publicado tres colecciones
de relatos (con esta), dos poemarios, varias novelas juveniles (la saga
del El Comisario Cattus, y Carolina…), una novela (A orillas del Duero) y el Manual de Redacción. Publica
crítica literaria en Aceprensa y El Club del Lector.
Hay varios tipos de escritores
·
Los
que tienen algo que decir y sienten la necesidad de decirlo
·
Los
que escriben como terapia
·
Los
que necesitan mostrar su virtuosismo
Luis Ramoneda es de los primeros
Luis Ramoneda es de los primeros
El hombre que emerge de sus relatos está arraigado profundamente
en la familia, arraigado en la casa, en la tierra, en el entorno de la
naturaleza, en su país, en sus regiones. Prefiere el ámbito rural al urbano
porque allí ese arraigo familiar y telúrico se hace más patente. El hombre
urbano está alienado entre sus propios productos
El autor se goza en llamar a cada cosa por
su nombre. Cada árbol, cada accidente natural. Conoce el vocabulario de la
arquitectura doméstica, de la casa rural, con sabor de los artesanos, de los
albañiles.
Ama a España y sus regiones: Castilla,
Cataluña, Galicia. Le gusta citar topónimos reales.
La naturaleza no es mero marco, escenario,
como en la literatura pastoril, sino que es también una constelación de
personajes.
Observo una connaturalidad con Rosalía de
Castro (a la que dedica un relato), que sentía tan íntimamente la naturaleza. Luis
Ramoneda es un autor que vive en el recuerdo, la memoria; un hombre para el
que la extensión del amor en el tiempo es muy importante.
La figura de la madre es
esencial, y la de los mayores, y la de los niños.
Los dramas familiares se viven con
entereza, sin histrionismos, las lágrimas se beben, pero dejan una huella
imborrable:
·
la
muerte de la niña en la guerra
·
la
muerte de la madre en el hospital, que se va de puntillas;
·
la
muerte del padre fusilado.
Técnicas narrativas
1. A veces el
desenlace brusco e inesperado: la niña que se llama Teresa.
2. Otras, la elipsis
inteligente: el padre que es llevado en el camión de fusilamiento
3. Pero es más
frecuente el desenlace sin desenlace, la estampa. La enfermera que saluda
al hijo tras la tensísima conversación con el padre moribundo. Fin inesperado
porque no se espera ese fin.
Luis
Ramoneda es un poeta, le importa más la memoria, el recuerdo, la
trasfiguración, que la narración.
La
nostalgia es un sentimiento muy presente. La huella afectiva del tiempo.
El nervio de su
escritura es el diálogo: las relaciones interpersonales son la
clave
Por
eso para él es sumamente absurdo, kafkiano, que lo que aparezca en un ordenador
sea “santa palabra”
Su escritura es sobria.
No necesita mucho espacio para mostrar el inmenso amor del hijo hacia su madre.
Su lenguaje es
correcto, preciso, sencillo, no artificioso.
No hay crudeza, salvo
en la conversación entre el hijo y el padre que dejó a su mujer y a sus hijos
por una mujer más joven que acabó abandonándolo. Ahí aparece toda la crudeza
sin anestesia, mostrando descarnadamente el dolor que produce dejar a la mujer
y a los hijos.
La literatura
universaliza lo singular. Frente al lenguaje especulativo griego, el lenguaje
narrativo bíblico. La literatura penetra más fácilmente en la mente narrativa
del hombre, y al mismo tiempo universaliza el mensaje que la narración
transmite. Convierte en universal la experiencia singular.
Destaco dos bellas
metáforas: “un diluvio de puñales negros” y “el suave telón de unos visillos”.
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