He aquí los sonetos:
YA ESTÁS EN EL SITIAL
Ya estás en el sitial de los
doctores,
de aquellos grandes santos que
escribieron
sobre asuntos de Dios y se sintieron
de su palabra y obra servidores.
Humilde y docto Juan, pues tus
amores
Creador y Criatura siempre fueron
juntamente los dos te descubrieron
cuán dulces del Amor son los
sabores.
Amaste con pasión y amaste tanto
que de Amor te nutriste, dulce
santo.
¡Viviste tan sencillo, con tan poco!
De solo Amor es fruto tu escritura:
al hombre, a quien quisiste con
locura,
a Dios, a quien quisiste como un
loco.
DULCEMENTE AL AMOR
Dulcemente al amor la cruz me llama
y al pleno amor me invita la figura
clavada sobre ella, la dulzura
del Amor que, sufriendo, amor
reclama.
Está clavada en ella porque me ama
como se ama al amado, sin mesura,
con una gran pasión hecha locura
que quema mis entrañas con su flama.
Mirándote, Señor, todo me invita
al amor hacia ti, en la madera
colgado por mi amor; si yo te amara
como me amas Tú a mi… Que sea
maldita
mi mano y que mi lengua, toda,
entera,
se pegue al paladar si te olvidara.
POR EL AMOR A DIOS
Por el amor a Dios al hombre amaste,
y sentiste al hacerlo que encendida
por ascuas de su amor quedó tu vida
y en su amoroso fuego te abrasaste.
Te diste enteramente, te entregaste
de tal manera a Él que malherida
quedó tu intensa llama, consumida
por tanto amor que al hombre
dispensaste.
Bendito y pobre Juan. ¡Qué
pequeñuelo
te hiciste ante los tuyos! Tu
pobreza
enriqueció tu vida luminosa.
Tu llama sigue siendo un gran
consuelo
porque si acecha al alma la tristeza
presta está a iluminarla, generosa.
MAESTRO EN LA HUMILDAD
Maestro en la humildad, todo tu
empeño
en ser pobre y sencillo lo has
logrado;
no queriendo ser nada has indicado
el camino hacia Dios siendo pequeño.
Pues siendo tú su siervo y Él tu
dueño
a alabarlo en tus obras te has prestado,
y con tu vida santa has demostrado
que la nuestra sin Dios es sólo un
sueño.
Tu doctrina ejemplar, tu magisterio,
almodoveño ilustre, han distinguido
tu sien con el laurel de la
victoria.
Tus libros, tu oración, tu
ministerio
de maestro a doctor te han ascendido:
eres de España y de la Iglesia
gloria.
Pablo Rodríguez-Osorio
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