¡QUÉ
BIEN HABLAR DE DIOS!
¡Qué
bien hablar de Dios en un Congreso!
¡Qué
hermoso penetrar en su figura
misteriosa,
intangible!¡Qué ventura
poder
intervenir, os lo confieso!
Me
atrevo a sincerarme: me embeleso
pensando
en el Señor, y mi escritura
es un simple
homenaje a su ternura,
que me
tiene cautivo, esclavo, preso.
Escribir
sobre Dios es preguntar
para
obtener respuestas que dan vida
cuando
la oscuridad es una tara.
Escribir
sobre Dios es alabar
al que
es, sin rubor y sin medida,
puesto
que me creó porque lo amara.
Pablo
Rodríguez-Osorio
5 de
mayo de 2017
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