Autor: Gabriela Mistral (Vicuña, 1889-Hemstead, 1957).
Obra: Ternura.
Fuente: Ternura. Espasa-Calpe. Madrid, 1979.
MECIENDO
ME TUVISTE
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es la ronda de astros
quien te va meciendo.
Gozaste la luz
y fuiste feliz.
Todo bien tuviste
al tenerme a mí.
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es la Tierra amante
quien te va meciendo.
Miraste la ardiente
rosa carmesí.
Estrechaste al mundo:
me estrechaste a mí.
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es Dios en la sombra
el que va meciendo.
Páginas de la edición citada de Ternura correspondientes a poemas en que aparece Dios o lo divino: 13, 24, 30, 31, 62, 67, 77, 83, 89, 90, 91, 125, 127, 133, 136, 139, 144.
Obra: Ternura.
Fuente: Ternura. Espasa-Calpe. Madrid, 1979.
MECIENDO
El
mar sus millares de olas
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.
El
viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.
Dios
Padre sus miles de mundos
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño.
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño.
ME TUVISTE
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es la ronda de astros
quien te va meciendo.
Gozaste la luz
y fuiste feliz.
Todo bien tuviste
al tenerme a mí.
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es la Tierra amante
quien te va meciendo.
Miraste la ardiente
rosa carmesí.
Estrechaste al mundo:
me estrechaste a mí.
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es Dios en la sombra
el que va meciendo.
CARRO
DEL CIELO
Echa
atrás la cara, hijo
y recibe las estrellas.
A la primera mirada,
todas te punzan y hielan,
y después el cielo mece
como cuna que balancean,
y tú te das perdidamente
como cosa que llevan y llevan...
y recibe las estrellas.
A la primera mirada,
todas te punzan y hielan,
y después el cielo mece
como cuna que balancean,
y tú te das perdidamente
como cosa que llevan y llevan...
Dios
baja para tomarnos
en su viva polvareda;
cae en el cielo estrellado
como una cascada suelta.
Baja, baja en el Carro del Cielo;
va a llegar y nunca llega...
en su viva polvareda;
cae en el cielo estrellado
como una cascada suelta.
Baja, baja en el Carro del Cielo;
va a llegar y nunca llega...
Él
viene incesantemente
y a media marcha se refrena,
por amor y miedo de amor
de que nos rompe o que nos ciega.
Mientras viene somos felices
y lloramos cuando se aleja.
y a media marcha se refrena,
por amor y miedo de amor
de que nos rompe o que nos ciega.
Mientras viene somos felices
y lloramos cuando se aleja.
Y
un día el carro no para,
ya desciende, ya se acerca,
y sientes que toca tu pecho
la rueda viva, la rueda fresca.
Entonces, sube sin miedo
de un solo salto a la rueda,
¡cantando y llorando del gozo
con que te toma y que te lleva!
ya desciende, ya se acerca,
y sientes que toca tu pecho
la rueda viva, la rueda fresca.
Entonces, sube sin miedo
de un solo salto a la rueda,
¡cantando y llorando del gozo
con que te toma y que te lleva!
ECHA
LA SIMIENTE
El
surco está abierto y su suave hondor
bajo
el sol semeja una cuna ardiente.
¡Oh
labriego!, tu obra es grata al Señor:
¡echa
la simiente!
Nunca,
nunca el hambre, negro segador,
a
tu hogar se llegue solapadamente,
para
que haya pan, para que haya amor,
¡echa
la simiente!
La
vida conduces, dudo sembrador.
Canta
himnos donde la esperanza aliente;
bruñido
de siesta y de resplandor
¡echa
la simiente!
El
sol te bendice, y acariciador,
en
el viento Dios te besa la frente.
Hombre
que voleas trigo volador:
¡prospere
tu rubia simiente!
MIENTRAS
BAJA LA NIEVE
Ha
bajado la nieve, divina criatura,
el valle a conocer.
el valle a conocer.
Ha
bajado la nieve, mejor que las estrellas.
¡Mirémosla caer!
¡Mirémosla caer!
Viene
calla-callando, cae y cae a las puertas
y llama sin llamar.
y llama sin llamar.
Así
llega la Virgen, y así llegan los sueños.
¡Mirémosla llegar!
¡Mirémosla llegar!
Ella
deshace el nido grande que está en los cielos
y ella lo hace volar.
y ella lo hace volar.
Plumas
caen al valle, plumas a la llanada,
plumas al olivar.
plumas al olivar.
Tal
vez rompió, cayendo y cayendo, el mensaje
de Dios Nuestro Señor.
de Dios Nuestro Señor.
Tal
vez era su manto, tal vez era su imagen,
tal vez no más su amor.
tal vez no más su amor.
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